5 de septiembre de 2012

In Memoriam a Javier Pueyo

He perdido un amigo

Habéis…………………………, cada cual el suyo

Recuerdo el tiempo que nos dedicaba a cada uno en los viajes, en los breves momentos del autobús

Silencio para los dormidos; daba acomodo a los cansados de la marcha, amabilidad fresca al que notaba afligido… Sabía de trochas más que nadie, al menos más que algunos de nosotros

Silvino el de tez cetrina, Antonio Maeso, Domingo Pliego, sus predecesores y coetáneos, sus amigos “Zorros plateados”, “ Raposos”, caminantes incansables, enciclopedias en movimiento, esa otra trouppe admirada.

Editor y librero de la calle Mayor, acera de pares, en un país que no lee, hambriento generoso en un país de miserables

Continuador involuntario del espíritu que inspiró el humanismo de la Institución Libre de Enseñanza de Don Giner de los Rios y otros

Aglutinador y levadura de masas montañeras cocinadas en autobuses y llamadas telefónicas abrumadoras, impertinentes, tediosas, pueriles, de todos nosotros

Fue montañero para ayudar, compañero de soledades, piolet y mosquetones en ristre para cosas que siempre perdía, su atención era más para los otros que para sí

Fue la prudencia personificada, sabía todo de cada uno, nadie supo de él

Era bálsamo social, de menudencia felina, agitado siempre en la atención ajena

Y sereno, como un Buda seguro, elevado, pulcro, elegante

Inseparable de su piolet ¿o era un paraguas? Panticosa, Huesca, Aragón ¿lo pilláis? Tanto; sólo cabe en un aragonés de Pro.

¡Namasté Javier Pueyo, Namasté!

Maite y Enrique.

31 de agosto 2012

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